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domingo, 21 de julio de 2024

Había una vez un niño llamado Alejandro

 

Había una vez un niño llamado Alejandro que desde muy pequeño mostraba un gran interés por los números y las matemáticas. Mientras que otros niños preferían jugar al fútbol oa las muñecas, él se pasaba horas resolviendo problemas matemáticos y descubriendo patrones en todo lo que le rodeaba.

Cuando Alejandro llegó a la escuela, se dio cuenta de que no todos compartían su amor por las matemáticas. Algunos de sus compañeros encontraron esta materia aburrida y difícil de entender. Pero a él le apasionaba tanto que decidió que quería convertirse en profesor de matemáticas cuando fuera grande.

Un día, durante una clase de matemáticas, el profesor les pidió a los alumnos que resolvieran un problema en el pizarrón. La mayoría de los niños se quedaron en silencio, pero Alejandro estaba emocionado por mostrar sus habilidades. se lev

Con una sonrisa en el rostro, Alejandro comenzó a resolver el problema con rapidez y precisión. Explicaba cada paso con claridad y pac.

Desde ese día, Alejandro se convirtió en el "profesor" no oficial de matemáticas de su clase. Sus compañeros acudían a él cuando tenían dudas o necesitaban ayuda con sus tareas. Aunque solo tenía diez

Con el tiempo, su sueño de convertirse en profesor de matemáticas se hizo realidad. Después de estudiar arduamente en la universidad, Alejandro se convirtió en un profesor de matemáticas muy querido y respetado.

La anécdota de Alejandro nos enseña que nunca es demasiado temprano para seguir nuestros sueños y que, con pasión y determinación, podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos.


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